domingo, 11 de octubre de 2009

María: Tercer debut y una decisión acertada

Te debes preguntar como puedo comenzar mi historia con un tercer debut. Sencillamente porque este debut viene ligado a los anteriores. Mi primer debut, el sexual con una novia de 15 años a mis 16, con el miedo de los dos, los dos vírgenes y sin experiencia. Algo tierno y cálido, cuando la inocencia es algo que uno detesta cuando la tiene, pero la añora cuando se pierde. El segundo debut, fue la primera vez que tuve un cliente como masajista, Un señor que siendo empresario de alto nivel, de gran tamaño, necesitaba algo más de presión en sus musculos del que le podía ofrecer la mamá de Pepe. Jorge fue el primer cliente y luego un gran amigo y promotor de nuevas aventuras. Pero eso es otro tema.
Enfoquemos la atención en mi tercer debut. Después de tres meses de estar masajeando señores y señoras de edad mayor. Todos reemplazo a la mamá de Pepe, que se cansaba y me ayudaba para generar mi propia clientela. Gente que trabajaba y después de las 7 de la tarde quería relajarse, que justo enganchaba con mis posibilidades de trabajo. Sofía la mamá de Pepe me prestaba la camilla y yo sólo tenia que financiarme los aceites y cremas.
Asi fue como Sofía me dio la dirección de una señora que ella conocía de su club de tenis. María, vivía a pocas cuadras de la casa de Pepe, era ama de casa, mujer de un productor agropecuario que la mayoría de la semana se la pasaba en el campo mientras María se preocupaba por ejercitar su físico, con 36 años se la pasaba del gimnasio a tenis, de tenis al spa y así invertia cada peso que le daba su marido en su cuerpo.
Llegue a suntuosa puerta, chequee el numero y toque el timbre. Se abre la enorme puerta de roble y de aparece María, una mujer de casi la misma altura que yo, ella traía la vestimenta de tenis, una faldita que llegaba a la mitad de sus muslos, de color negra, soquetes cortos blancos al igual que sus zapatillas de marca llenas de polvo de ladrillo, con una leve transpiración en sus piernas, sus brazos y en su pecho que apenas se podía apreciar con el botón desabrochado de su remera con cuello. Ojos color miel y un pelo rubio natural que le llegaba a mitad de su espalda.
"Llegaste antes", me atajo antes de entrar. A lo que yo le conteste que siempre fui una persona puntual (poniendo un grado de experiencia a mis escasos 18 años). "Mira, pasa al living y arma lo que tengas que armar que yo todavía me tengo que bañar. Yo ya me estaba poniendo nervioso, era la primera vez que le iba a hacer masajes a una persona que era atractiva y que me generaba deseos. Todos los anteriores eran gente mayor. la casa era muy linda, ambientada con un estilo moderno, sillones agradables, pero tenía la particularidad de tener todas las ventanas cerradas, y a oscuras. La explicación: era una ciudad calurosa, y era una manera de mantener fresco el ambiente, por otro lado ella me explico que tanto tiempo al aire libre disfrutaba de un clima distendido que le ofrecía ese living. Arme la camilla, saque de mi bolso los aceites y las cremas. comence a calentar mis manos, aflojandolas para poder satisfacer las necesidades de una clienta. Que según Sofía, era exigente.
Y apareció luego de 10 minutos María con una toalla blanca el pelo humedecido y antes de acostarse en la camilla sentención "Me dijo Sofía que sos muy bueno, te voy a dar una chance, no la desaproveches". Me puse más nervioso todavía.
Se recostó en la camilla, yo como siempre me di vuelta como respeto, para no verla desnuda, ella se sonrió. Me acerque y suavemente comence a masajearle la planta de los pies. con los pulgares por el centro, con suavidad, recorriendo el arco del pie, llegando a sus dedos, aflojandolos, la mayoría de las personas contraccionan los pies o les genera cosquillas, pero ella no, se quedó quieta y me dijo que iba bien. volvi de los dedos a su talón y allí subi por sus pantorrillas, con el pulgar por el centro de sus gemelos, mientras que la palma de mi mano extendida al igual que el resto de mis dedos acariciaban la tersa piel de María. se sentía como al pasar mi mano se le erizaba la piel.
Subi y baje en cada una de sus pantorrilas en círculos, suavemente, hasta sentirlos totalmente relajados. Y por primera vez senti deseos por la persona que estaba masajeando, sus musculos bien marcados, y los muslos eran una obra de arte, pase por la rodilla y subi por el centro del muslo con los dedos acariciando suavemente en la parte interna de ellos, muy suavemente. Cosa que no hacía nunca, pero esas piernas me motivaban mas caricias que masajes.
Por suerte, con la formación de mis padres me controlaba. Pero de repente ella movió sus brazos de donde los tenía apoyados y se acomodó la toalla, que le cubría toda la espalda, su cola y parte de las piernas. la toalla se subió hasta el borde de su cola. Mientras seguía subiendo por sus muslos, subi mi mirada, y vi parte de su bulva, era una rica bulva, gordita, rosita, que estaba siendo apretada por sus piernas. mientras yo pasaba de una pierna a la otra, subía y bajaba por sus muslos de una manera constante.
En ese instante, María me pregunta: ¿Y, te gusta lo que haces? Me lo tuvo que preguntar varias veces porque yo estaba concentrado en tratar de ver un poco más debajo de la toalla, donde estaba su cola que prometía. Hasta que le conteste: "Sí, si, claro. Muy lindas piernas". A lo que ella me contesto "Gracias, pero me refería a ser masajista". No supe donde meterme. Igual ella me dio una mirada cómplice y se volvió a recostar. Y al acostarse levantó suavemente su cadera de la camilla y separó un poco mas las piernas. lo que me permitió ver entera su bulva. Con tan sólo 18 años me volví loco, mis hormonas no se controlaba.
casi sobrepaso los dedos debajo de la toalla, pero me controle. pase por alto la cola y seguí con su espalda, subi desde su cadera hasta su cuello y tuve que colocarme en la cabecera de la camilla, con pudor, porque comenzaba a tener una erección. Mi nerviosismo era algo que no podía controlar. Trataba de controlarme porque no podía ser descubierto.
con las puntas de mis dedos en su cuello, me dedique a relajarlo y ella comentó "Sofía tiene razón sos muuy bueno". comence a bajar por su espalda con mis manos extendidas y esta vez la meti debajo de la toalla, pero recorriendo los gluteos para la parte externa y salir por las caderas, así saque los nudos de su espalda. ella tenía mi pantalón muy cerca de su cabeza, pero volví a subir, me puse a un costado y masajee sus hombros y sus brazos, hasta que llegue a su brazo derecho, ella tomó mi manoy la puso sobre su cola. con mis dedos por el centro, haciendo bajar mi mano hasta su vagina. Y me dijo: "hace 10 minutos que senti como se te esta poniendo la pija, mira como me pusiste". Mi dedo indice se metió entre sus labios vaginales y sentí la humedad de su conchita. Me puse colorado y no sabía que hacer. Le pedi disculpas como todo puber sin experiencia.
Ella me dijo: "No pidas disculpas, hacete cargo". Entonces separo más sus piernas y se sacó la toalla. Recoste mi pecho sobre la camilla, entre sus piernas y me quedó su vagina a mi merced. con los dedos separe los labios de su vagina y con mis labios suavemente comence a acariciarla, con mi lengua baje hasta encontrar su clitoris, ella levantó un poco su cola, y disfrute de lamersela, tome el clitoris con mis labios, la chuponee toda, y le di un par de lenguetazos. Ella decía: "Rico, Rico...No pares pendejo."
Así fue como María tuvo el primero de sus orgamos conmigo. Seguimos y terminamos muy tarde por la madrugada, en una noche de sexo, donde ella me enseño mucho. Ese día decidí que me iba a dedicar a ser masajista, solo de mujeres, en lo posible atractivas. Y he aquí el comienzo de estos relatos. Durante 7 años, María también me dio nuevas clientas.
Seguramente esperabas que siga contando con detalles. Los vas a tener... Te lo prometo.
Mis manos gentiles te darán placer.

El origen de esta aventura.

A los 18 años estaba terminando el colegio y buscaba una manera de financiar mis salidas los fines de semana, Mis padres, católicos a rajatabla y con valores totalemente definidos, optaron por restringirme el dinero para esos menesteres. Yo me pasaba las tarde en la casa de mi amigo Pepe, su mamá llegaba siempre a las 7 de la tarde, cansada. Ella era masajista y se pasaba todo el dia amasando señoras gordas, de dimensiones muchos más grandes que ella.


Un día me miró y me dijo: "te pasas todo el día en mi casa, tomas la merienda todos los días en mi casa. Y hoy decidi que te voy a cobrar". Ella me vio con 18 años, 1,80 de altura, grandote por naturaleza y manos grandes, pero gentiles. Por lo que me dijo que una vez por semana ella me iba a enseñar como hacer masajes para poder trabajar de ello y ella aprovechar para relajarse bien. Y así fue como durante mi último año del secundario, me la pase masajeando a la mamá de Pepe, conociendo no sólo los secretos del oficio, sino que también aproveche para charlar con ella sobre todas las cosas que mi mamá no se hubiera atrevido a contar. Conoci las debilidades de la mujer, y los deseos. Seguramente todos esperen escuchar que tuve sexo con ella. Pero la verdad es que la conexión fue algo más allá del cuerpo y ella fue la que provocó que yo lance mis relatos, luego de 10 años y ya hoy estando haciendo otra profesión. Ya que le contaba como me iba con mis clientes en los masajes.

Vale aclarar que nunca daré nombre de ciudades y los nombres que se darán en mis relatos son modificados.